El 1º de mayo representa para muchos trabajadores y
trabajadoras una fecha en donde se hace posible
el encuentro con nuestros compañeros de trabajo por fuera del sofocante
ambiente de presiones y tareas que implica el hecho de trabajar bajo el mando
de un patrón. Representa un día de descanso –para algunos-, de alegría, y
de, si nuestros bolsillos nos lo permiten en una situación de precios altos y
salarios bajos, compartir con ellos un asado o un locro.
Allí compartiremos anécdotas, risas y recuerdos quizás, de aquellos compañeros que ya no están. Será en cierto modo, también, un momento carnavalesco, porque no, en donde al menos por un pequeño instante de gloria, la tortilla se de vuelta y nuestros patrones sean evocados con las más delirantes historias y alusiones.
Allí compartiremos anécdotas, risas y recuerdos quizás, de aquellos compañeros que ya no están. Será en cierto modo, también, un momento carnavalesco, porque no, en donde al menos por un pequeño instante de gloria, la tortilla se de vuelta y nuestros patrones sean evocados con las más delirantes historias y alusiones.
Pero el 1º de mayo es también un día de
reivindicación de las luchas que históricamente los trabajadores venimos
teniendo para mejorar y alcanzar condiciones dignas de trabajo y de vida para
nosotros y nuestras familias.
El día internacional del trabajador tiene su
origen en la lucha histórica del movimiento obrero por reducir su jornada
laboral. Esta se genero en todo el mundo a fines del siglo 19 cuando la
duración legal de la jornada era de entre 12 y 18 hs. En 1884 la 1º Asociación
Internacional de Trabajadores planteó reducir las horas de trabajo como condición
necesaria para mejorar las condiciones de vida.
En 1884, parte del movimiento obrero internacional
convocó a un paro de actividades para el 1º de Mayo, con abandono de los lugares
de trabajo, en reclamo de la reducción de la jornada laboral.
En Estados Unidos se sumaron a esta medida obreros
y obreras de más de 4000 fábricas. Ante la masiva movilización obrera, se
desató la represión desde las filas policiales, ocurriendo en Chicago la más
violenta de todas. Intensas jornadas de represión policial y de enfrentamiento
con los “carneros” enviados a romper las huelgas tuvieron un resultado trágico,
cuatro obreros muertos.
El día cuatro de mayo se organizó una nueva
movilización de protesta y en repudio al accionar de las fuerzas represivas, en
la que, luego de un confuso episodio, siete policías resultaron muertos por un
artefacto explosivo arrojado por un desconocido. Como consecuencia de esto, y
luego de montar una escena falsa, ocho trabajadores fueron injustamente
detenidos y acusados de las muertes.
“Curiosamente”, todos los detenidos eran parte
clave, activa y dirigente en la difusión de las ideas de organización que se
esparcían rápidamente entre los trabajadores de Chicago. Buscando disciplinar a
un creciente y combativo movimiento obrero, la burguesía orquestó un juicio
plagado de pruebas y testimonios fraudulentos, el cual culminó con la condena
de los trabajadores. Nada pudo contra la firme decisión de imponer a los trabajadores
un castigo ejemplar que corte de raíz las ansias de aflojar las pesadas cadenas
que los vinculaban a una vida de esclavitud en sus trabajos.
La suerte de los obreros estaba echada, a pesar de
no contar con pruebas suficientes para condenarlos, como testimonia las
palabras de uno de los jurados: “Los colgaremos lo mismo. Son hombres
demasiado sacrificados, demasiado inteligentes y demasiados peligrosos para
nuestros privilegios”. Cuatro de ellos, August Spies, George Engel, Adolph
Fischer y Albert Parsons fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1887, Louis
Lingg se suicidó en prisión, a dos se los condenó a prisión perpetua y a uno a
15 años de trabajos forzados.
Como triste testimonio de aquellos momentos, y a
modo de ejemplo, nos queda el recuerdo de la dignidad de estos trabajadores a
través del discurso de uno de ellos durante el juicio: “En qué consiste mi
crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde
sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación
y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y
las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de
todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante
ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al
bienestar…”(George Engel)
Desde aquellos momentos de intenso dolor y
heroísmo, pasando por las manifestaciones de 1890 en donde se institucionalizó
el 1º de mayo como jornada de lucha internacional, y a través de miles y miles
de luchas e historias de conquistas y retrocesos de la clase obrera mundial, es
que llega hasta nosotros el recuerdo de los llamados Mártires de Chicago,
denominación dada para aquellos cuyos ejemplos viven en nuestra lucha de
quienes hoy nos organizamos para terminar con ese pequeño y sangriento cuadro
en la historia de la humanidad que resulta la explotación de unos hombres por
otros hombres organizados en el sistema capitalista.
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